domingo, 25 de noviembre de 2012

Te sentí.


Se acabó la espera, desapareció la distancia.
Tú estabas ahí enfrente, impaciente, sonriente.
Me puse a correr hacia ti, te alcancé y abracé. Te sentí.
Cogí fuerzas y te besé, aunque aquello no fuera pactado, aunque aquello te hubiera molestado. Te sonrojaste, me sonreíste y me devolviste el beso.
Estábamos juntos, nada más importaba. “Te amo”, te dije rodeando tu cuerpo con mis brazos y besando tus labios con ternura y dulzura, con cariño, con cuidado.
No quería perderte, te quería por siempre conmigo, te quería tal y como estábamos aquél día de domingo.
Me quedé mirando tus ojos, cuando de pronto una luz empezó a aparecer, no te podía ver. Abrí los ojos sobresaltada. Estaba de nuevo en mi cama, lejos de ti, deseando estar a tu lado, deseando probar tus labios, tus brazos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario