sábado, 22 de junio de 2013

Tú eres el ancla que mantiene mis pies en el suelo, yo seré las alas que mantengan tu corazón en las nubes.

-¿Sabes qué imagino cuando escucho esta canción?

<<Nos imagino a nosotros. Nosotros en una playa; completamente solos.
Está atardeciendo, el cielo es de un color naranja bastante bonito.  El tiempo no es cálido pero tampoco frío, pero la brisa hace que por mi cuerpo corra algún que otro escalofrío, y que el bello de mi piel se ponga de punta.

Tú estás con las piernas cruzadas dejando un hueco en medio, echado hacia atrás, apoyándote en tus manos. Yo estoy con la cabeza apoyada en tu pecho, sentada en el hueco de tus piernas. Ambos estamos mirando el mar.  
Justo al lado nuestro hay una pequeña hoguera. Tú estás fumando. El mar, en frente, está tranquilo y en paz. El silencio nos está comiendo.

Yo sigo teniendo miedo.

Entonces echo mi cuerpo hacia delante y me quedo tal cual. Espero que tú hagas lo mismo, y sin embargo te quedas igual. Empiezo a sentirme sola, aunque tú estás ahí; y vuelvo a apoyarme en ti. Confío en ti.

Entonces, desapareces. El cigarro sigue conmigo; pero en mis manos. Yo me he caído  y aunque la caída no me haya provocado gran dolor, que te marcharas sí. Asustada, empiezo a mirar a mi alrededor y veo unos castillos de arena al otro lado de la hoguera. 

De pronto, el viento empieza a soplar fuerte, muy fuerte. E inmediatamente el cigarro se apaga. El cielo naranja se vuelve negro, y no hay estrella alguna que pueda iluminarme. Siquiera la Luna está ahí. El cigarro se apaga. Los castillos de arena se esfuman. La hoguera se apaga. Fue como un efecto mariposa. El viento hizo que el mar tocara mis pies, que apagase el cigarro, que los castillos se derrumbaran y que la arena de estos y el viento matasen el fuego... Estoy completamente sola; mas, puede que no del todo, ya que mis miedos siguen ahí. 

Me encojo y empiezo a llorar. Ya cansada, en voz alta me pregunto "¿Este silencio ensordecedor no significa nada para nadie más que para mi?". Sentí miedo a morir.

El tiempo pasa y pasa, y yo estoy perdida, estoy sola en la oscuridad. No amanece. No ocurre nada. Sólo pasa el tiempo y el cielo sigue negro.

Y entonces te veo. Y no estás solo. Hay una hoguera en medio, y más personas contigo alrededor de esta. Y me acerco, y toco tu espalda. Yo estoy empapada de lágrimas; los ojos rojos de tanto llorar y sin vida.

¿Por qué te fuiste? Sabías mis miedos, sabías que tenía miedo a morir, y... simplemente me dejaste ahí. Te olvidaste de mi.

Todo seguía igual.

Dios, ¿están todos aquí fingiendo? Realmente desearía que sí... pero, a la vez que no. Estoy cansada de no saber lo que quiero y de saberlo a la vez. Estoy cansada de que todo sea tan contradictorio dentro de mi. Ayúdame. De veras necesito tu ayuda.

Y de pronto empieza a llover, y la lluvia trae con ella la oscuridad absoluta. Dejo de ver y además de escuchar. Todo se acaba, todo muerte. ¿El fin, tal vez?>>

Ya no es sólo lo que imagine con esta canción; es la pequeña película de mis sentimientos



[Escrito "inspirado" en la canción You be the anchor that keeps my feet on the ground, I'll be the wings that keep your heart int he clouds de Mayday Parade.]

lunes, 17 de junio de 2013

El príncipe oscuro.

Érase una vez, un muchacho solitario, de tez muy blanca y cabello muy oscuro, casi tanto como sus ojos.

El muchacho no se sentía bien en compañía de otra gente, era callado y bastante extraño. No se sentía comprendido por nadie, era muy diferente al resto de sus compañeros. Tenía algunos amigos, pero tampoco quería más, era bastante selectivo. Algunos pensaban que estaba loco, él sabía que no era locura lo suyo, que no quería que le hicieran daño. Con los años, fue construyendo un muro que él sólo derribaba con determinadas personas; era muy selectivo. Nunca nadie había derribado su muro, pero entonces llegó ella...


Ella era una chica alegre, o al menos eso parecía. Reía por todo, y era muy extrovertida, muy habladora. Era nueva en el instituto, según decían, en el anterior le hicieron cosas muy malas, y eso fue lo que hizo que cambiara de aires.

El primer día, ella estaba sola, intentaba acercarse a la gente, pero no hubo mucho éxito. Sin embargo, ella seguía intentándolo. 

Algo hizo que ella se fijara en el muchacho solitario. Sí, por primera vez alguien vio al chico, alguien le dio importancia y sólo tenía pensamientos positivos.

Él estaba sentado en la última fila, a un rincón, había una silla al lado en la cual nadie se había sentado. El chico, estaba con la cabeza agachada, y no parecía que quisiera compañía, pero, ella simplemente se sentó.

La muchacha se quedó mirándole, sonriendo.

-Hola.-dijo con un tono alegre.

Él sólo la miró, y le dedicó una sonrisa.

Y, ahí empezó todo. Ahí fue cuando la chica empezó a sentir algo que jamás había sentido. Ella se sonrojó, y le sonrió.

-No deberías...-dijo él con una voz ronca.


[...]

El uno al otro se completaban, no se parecían mucho, pero a ambos les encantaba aprender nuevas cosas, el uno del otro.

Ellos eran felices juntos, eran felices olvidando el mundo, teniéndose el uno al otro, y eso amigos, eso era amor.

Al final, el príncipe oscuro, de aquella alegre princesa, fue el que trajo el color y la vida que le faltaban a ella y a su vida.


El cuento no ha acabado, pero lo que es seguro, es que no creo que acabe; dos almas así, ni en el peor infierno mueren, ni en las peores de las circunstancias dejarían de amarse. Eran aquello que le llaman "almas gemelas"; dos incomprendidos que se comprendían, dos solitarios que se unieron, y que se quisieron como nunca antes nadie les había querido.

viernes, 14 de junio de 2013

Adiós.

Puse mi mano en su mejilla. Él estaba mirándome a los ojos, podía ver en estos, sentimientos muy intensos, pero ninguno podía ser nombrado.

Acerqué muy lentamente mi cara y mi cuerpo a él y cerró sus ojos. Los tuvo cerrados pocos segundos, y cuando estuve a centímetros de él, los abrió.

Yo acerqué mis labios a los suyos y los rocé. Me aparté y miré a sus ojos; él también miraba los míos. Volvió a cerrarlos y esta vez miró al suelo. Me volví a acercar y le besé. Le besé con todo mi amor y toda mi pasión; pues este era nuestro adiós.